lunes, 16 de febrero de 2009

Macedonio


Entre los ya míticos planes de Macedonio Fernández se encuentra el de llegar a ser Presidente de la República Argentina. Su razonamiento es irreprochable: es más fácil intentar ser Presidente que dueño de una farmacia, muchos luchan por conseguir lo segundo mientras muy pocos son los que realmente aspiran a ocupar la Casa Rosada. La forma que idea para conseguirlo es una anticipación de los actuales medios publicitarios: por ejemplo, escribir Macedonio Presidente! en un ejemplar de alguna obra de Shopenhauer archivado en cualquier biblioteca de barrio. Cuando el futuro lector de con el mensaje, éste obrará su esperado efecto en la decisión de voto. Otro de los medios para la consecución de la elección es la de crear problemas que precisen ser solucionados. Se trata, pues, de diseminar por la ciudad cerillas que hagan que nos quememos, puertas que se abran al revés, plumas que llenen el papel de tinta.. Presentarse como salvador de esta situación caótica garantizaría a Macedonio ser elegido Presidente.

Hablamos de alguien que pasó su vida escribiendo y apenas publicando, obsesionado con la idea de la conspiración, y con la idea de la novela como medio desenmascarador de los mecanismos del poder. Macedonio planteó una serie de propuestas literarias que nunca llegó a concretar. De hecho, se dice que fue Borges el que adaptó el mundo de Macedonio y lo convirtió en eje de su propia obra. Fue, por otro lado, una persona muy desdichada, que perdió a su mujer de una cruel enfermedad sin poder superarlo nunca. El dijo aquello de que era injusto vivir en un mundo donde los sufrimientos son de herrería si los placeres son de juguetería.

Hoy sus libros son practicamente inencontrables, y eso a pesar de Borges y Piglia y todos aquellos que conociéndole y sin conocerle le procuran un lugar privilegiado en una historia literaria demasiado belicosa (son argentinos, claro).

Ha sido un lunes tranquilo. Seguimos mañana

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