viernes, 31 de diciembre de 2010

Los Largos Años

Se me olvidaba: Feliz Año
Una oficina vacía en la tarde del 31 de Diciembre no parece más que un decorado poco exigente. El silencio electrónico funciona como enmascarador de la desolación alrededor. No hay actores que puedan llenar esta escena y  uno vagabundea sin demasiado interés entre mesas y ordenadores y papeles que parecen llevar abandonados más de una tarde. Como si hubieran pasado siglos desde que el último teléfono sonó o la última tecla fue presionada.Una bella anticipación de lo que algún día quizá llegue: una tierra sin hombres al fin.

Encantado con estas visiones me vuelvo a sentar frente a la pantalla y echo vistazos a los ventanales del otro lado. Un cielo pizarroso y húmedo que parece llegado de mi infancia. Son todos los años pasados y todos los que me gustaría pasar, así, de una sola tacada, sin tener que vivirlos. Estoy tan vacío de cualquier contenido que la simple idea de mantenerme entero, como una unidad, se me antoja delirante e improbable.

Los largos años. Demasiado tiempo para no tener nada más que decir u ofrecer. Una serie de TV sin fin, con un mismo actor interpretando diferentes personajes siempre secundarios: un niño que pasa frío en una desvencijada clase del colegio Funcadia, ese otro que ensaya una obra de teatro de los Alvarez Quintero en la parroquia del barrio, un pre-adolescente que viste camisas rosas y lleva unas gafas propias del primer Elvis Costello, un joven alto y extremadamente delgado que se estira de manera ridícula para salir en las fotos, otro joven alto, extremadamente delgado y extremadamente triste que se niega a salir en una foto al grito de "estos no son mis amigos"...

Sí, son años demasiado largos. Son demasiados años.

martes, 14 de diciembre de 2010

Poema de Navidad: Reinterpretación de un antiguo Cristianismo




[ Poema de Navidad: Reinterpretación de un antiguo Cristianismo ]


En un país sin religión y por tanto sin Dioses
Pocas cosas puedo desear más que volver a esa tierra de Griegos y Turcos
Y Armenios que viajan días y noches sin destino
Que paran a ver un reflujo de corrientes que se parece a la historia
Y que observan en la lejanía una boda a orillas del Mar Negro

Cantan las mismas canciones de antes del verbo
En esa tierra de santos ya desaparecidos y tradiciones olvidadas
Como el llamado Nicolás en la perdida Capadocia
O aquel otro cuyo nombre ya olvidé
Por dejar mi libro junto a las cosas que creí prescindibles

Las escrituras están en lo cierto: ocurrió hace mucho tiempo
Tanto que nada de lo que os digo os podría conmover
Como a nadie conmueven las tiendas que se cerraron en ciudades que no conocimos
Las historias de la gente que ni siquiera podemos imaginar
Las religiones que se formaron, impusieron y luego murieron

Y en realidad esa es la única razón de la Navidad
Servir de recordatorio de un tiempo y unos Dioses muertos
Reemplazados por otro Dios muerto que volvió a vivir para dejarse morir
Que inició un reinado en la tierra que se creía sería celestial
Y fue lo más terreno y vulgar que en estos lugares se llegó a conocer

Mientras tanto, mi pequeño Armenio sigue caminando
De Este a Oeste, buscando un sol que declina
Una idea que nadie podrá volver a reconstruir
Un mundo de absolutos y nacimientos y resurrecciones
La propia idea de Fe y Salvación

Somos, en definitiva, lo que nuestros Dioses quieren que seamos
Quienesquiera que sean o como quieran llamarse
Enlatados, a plazos, de 8 o 16 GB, en blanco, negro o marfil
Con dos años de garantía y seguro contra robo
Y una funda de regalo para evitar desperfectos

Somos en definitiva aquello que queremos ser
Ahora que sabemos que Dios no existe
Aunque cada 24 de Diciembre volvamos a nacer
Aunque los Armenios no hayan dejado de caminar
Y aunque las bodas a orillas del Mar Negro se sigan celebrando