martes, 28 de julio de 2009

Muswell Hill Blues I (expulsados del paraiso)


Sería en uno de los pocos días libres de Daniel. Estábamos en la habitación, viendo la BBC y comiendo una de las diferentes versiones del desayuno que nos servía de almuerzo, merienda o cena. Alguien aporreó la puerta con vigor africano. Nana Acheampong? Sí, era nuestro casero Nana. Sin querer entrar (tampoco le invitamos) nos comenzó a soltar un discurso incomprensible en el que una palabra destacaba: the court, the court. Tras años de repeticiones y teorías varias fuimos capaces de entender que por algún chanchullo legal iba a tener una inspección en la casa, una casa que no debía mostrar signo alguno de inquilinato. En otras palabras, teníamos semana y media para buscar un nuevo alojamiento. Mientras yo hiperventilaba mi hermano sacó un ejemplar del Loot (periódico londinense para todo tipo de intercambios) y comenzó a acotar las posibles opciones que el mercado nos ofrecía. Habitación doble / 80 libras (bills included) / no más allá de zona 4. La búsqueda dio un solo resultado: habitación en Muswell Hill, la patria de los hermanos Davies (Ray y Dave, The Kinks). Claro, esto fue lo primero que dije como buen gafotas. El segundo paso era llamar y concertar una cita. Considerando que mi hermano solo dominaba el léxico freganchín y que mi inglés era un buen reflejo del interés del sistema educativo español de los 80 en las lenguas modernas y ajenas, la tarea no prometía nada bueno. Dedicamos pues otros tantos años durante aquella tarde para preparar la conversación con el futurible casero, manejando todas las respuestas alternativas posibles (si dice 1 vamos a A, si contesta 3 entonces nosotros decimos H, si dice algo incomprensible colgamos). Llamé yo que para eso (y solo para eso) era el mayor. 5 minutos de balbuceos por mi parte que recibían respuestas asombrosamente claras desde el otro lado. Podemos pasarnos mañana a cualquier hora, le dije a Daniel. Mañana tengo que trabajar, me respondió mi hermano. Tendrás que ir tu solo, concluyó Bueno, veré que parada de metro es la más cercana...quizá haya autobús..a ver... CÓMO!?!?! Era mi hermano que miraba con su cara más Viana. Para qué te vas a gastar el dinero en el metro? Si esto está cerca. Me extendió el mapa señalando los escasos 5 centimetros que separaban Kilburn de Muswell Hill. Vale, sí, pero esto está a escala..., quise argumentar Que va, si yo he hecho este camino más o menos y está muy cerca, dijo Daniel, y así además te das un paseo y haces algo de ejercicio. El aluvión de argumentos me dejó sin habla. Miré de nuevo el mapa, eché un vistazo a la ventana (un improbable pavo real se paseaba por el jardín), miré la expresión paterna de Daniel, mascullé algo afirmativo y me senté a ver la TV, comer galletas rich tea con fruit jam y beber te economy, posiblemente el te más barato del mundo. (continuará)

jueves, 23 de julio de 2009

Momentos de Transición


De qué podemos escribir estos días de verano que no parecen querer alejarse? Los temas permanecen abiertos, esperando una conclusión y su debida entrada en Concarrobe. La última temporada de Lost, por ejemplo, se resiste a su término quizá asustada por el bufido en forma de artículo que le espera. Pero si te has tragado la serie entera en mes y medio y no hablas de otra cosa? (la audiencia clama). Sí, ya, pero no puedo más que revolverme contra todos aquellos que quieren ver en Lost algo más que un culebrón de acción sobrenatural. Su merito es el mismo del de aquellos que escribieron Falcon Crest (de hecho, el personaje de Richard Channing no desmerece a Charles Widmore, y Benjamin Linus es lo más parecido a Angela Channing desde que Alfonso Guerra se retiró a meditar). Hablar, pues, de personajes que cautivan al espectador forma parte del ya habitual complejo de inferioridad de los guionistas que una vez leyeron a Fitzgerald, oyeron algún día el nombre de Borges y guardan bajo su cama la colección completa de la Patrulla X.

Si alguien me hubiera preguntado hace dos semanas qué estaba leyendo la respuesta habría sido: Burgess, biografía de Roger Lewis. Si ese mismo alguien en un improbable viaje en el tiempo (ay!) me hubiera preguntado esta mañana qué estaba leyendo la respuesta habría sido la misma. Leer en inglés no es fácil, y menos aún cuando la base de lo escrito está en la adjetivación, el juego de palabras y la absurda idea de claves ocultas en las expresiones más anodinas. El interés del libro es claro, sobre todo cuando se limita a proporcionarnos (a nosotros, los incondicionales) toda esa información comprometida y oculta sobre la vida de Burgess, todo eso que no llegó a contar en su autobiografía. Sin embargo, dos rasgos ensucian el libro: 1. la construcción de blandas teorías psicoanalíticas para explicar Dios-sabe-qué al tiempo que perora contra Freud y sus patrañas, y 2. la abusiva animadversión del autor hacia Burgess. Cuesta trabajo creer que alguien dedique tanto tiempo a escribir sobre una persona a la que se odia de ese modo. Podemos saber gracias al libro que Burgess era mentiroso, vanidoso, tacaño y poco dado al afecto fácil (o al afecto a secas, seamos sinceros); pero nada de esto es nuevo para los Burgessianos. De hecho, los que nos consideramos seguidores de A.B. lo somos porque finalmente alguien en sus libros y en su vida (artefacto literario donde los haya) retrató al héroe vanidoso, tacaño, mentiroso y de egotismo exacerbado que llevamos dentro. Criticar a Burgess, y meter en el mismo saco (a través de agotadoras notas a pie de página) a David Lodge o Frederic Raphael (oui, c´est moi) hace pensar en algo más que odio personal: simple y puro mal gusto.

Un último apunte acerca de mi bulimia músical. Las compañías, incapaces de hacer frente a la crisis y las descargas, comienzan a devolvernos todo lo que nos robaron durante decadas: Discos a menos de 3€ (y no hablo de Los Troncos del 82 (las canciones más cachondas del mundial) o las Sevillas del Golpe (qué pasó realmente el 23-F?)). Así pues, acaban cruzándose en una mañana Weezer, Lou Reed, Sigur Ros, Crosby, Stills & Nash, Jarvis Cocker y Nada Surf. Y esta es mi aportación final: Nada Surf y su último disco: Lucky.

"...on whose authority
I have none over me..."

martes, 14 de julio de 2009

London, can you wait?


1.
Fue Ezra Pound el que comenzó uno de sus poemas así:

Tu y tu mente sois mi Mar de los Sargazos
Londres ha cambiado a tu alrededor en los últimos años

Claro, esto fue antes de que se le fuera la pinza, se hiciera fan de Mussolini y acabara, tras la liberación, siendo trasladado por toda Italia en una jaula sobre un carro mientras los niños le tiraban piedras. Pero me sirven estos versos para reflexionar o (mejor dicho) divagar sobre cómo ha cambiado Londres en estos últimos años, desde mis tiempos de Kitchen Porter a este triunfal regreso como turista de pantalón corto y Lonely Planet. Y lo cierto es que Londres no ha cambiado nada. Si, porque obviando algún que otro centro comercial, una noria absurda y varios edificios prescindibles, la sensación que deja la ciudad es de una concienzuda decadencia desde el mayor de los liderazgos que una urbe haya jamás conocido. Lo mejor de Londres sigue siendo aquello que intuimos en las historias de Sherlock Holmes: la absoluta densidad de su tejido ciudadano (si por ello entendemos calles, casas, gentes, organizaciones, animales, ratas, cervezas, unos cuantos griegos, parques, enfermedades, cultos prohibidos y demás variedad). Lo compacto del entramado londinense nos incita a ver una oportunidad en cada portal, en cada anuncio, detrás de cada ventana. He usado el presente, pero debiera haber dicho "incitaba". Aún así, y a pesar de las guerras mundiales, la pérdida del imperio y los laboristas, todavía es posible sentir la grandeza de la ciudad que vivió Ezra Pound, esa que se reinventaba y realimentaba y revolucionaba a base de te, scones y ginger nuts. Mi visita, pues, tuvo ese objeto: recuperar el Londres perdido, el que nunca viví, el que nunca podría haber vivido. Lo conseguí? Solo comentaros que acabé montado en un barquito por el Thames rodeado de rusos con pinta de mafiosos, sus mujeres pintadas como putas y un grupo de colegialas hebreas pre-adolescentes. Lonely Planet rules!

2.
Hace 10 años salí de mi casa en Harlesden y cogí el autobús que no me llevaría a Trafalgar Square / Charing Cross Station donde trabajaba en algo parecido a un restaurante chino de lujo. Sí, no me llevó allá. A los pocos metros el conductor nos dijo que teníamos que bajar, que el carnaval no nos dejaba seguir. Yo, por supuesto, como no entendía nada fui el último en apearme. Con cara de rábano me vi justo en medio una batería de negros disfrazados con trajes que harían avergonzar a cualquier carnaval de pueblo en España. Así que esto es el Carnaval de Notting Hill, me dije intentando simular una expresión de inteligencia. Lo que veía era desolador: ausencia de ritmo (para que luego digan), inexistente glamour, desorganización, pobreza en cada uno de los detalles. No quedando otro remedio y con tiempo de sobra, me uní al grupo festivo, como único blanco, vistiendo mi segunda piel (la camiseta del Betis) y acompasando mi marcha a ese simulacro de banda sonora que nos acompañaba. Nuevas comparsas se iban añadiendo a la corriente carnavalesca conforme avanzábamos, peor caracterizados si cabe y con la misma falta de aptitud para el baile. Hasta los portugueses del Little Rossio (denominación propia) nos miraban con expresión de lástima pareciendo decir: por fin hay alguien más desgraciado que yo.

La broma duró hasta que el gran rio de la fiesta marchó hacia Notting Hill y ese pequeño afluente con gafas se desvió hacia el centro, suficiente tiempo para sacar provechosas conclusiones:

1. No nos engañemos, cuando se trata de fiestas la primera potencia mundial es España
2. No, los negros no bailan mejor
3. Resulta emocionante comprobar como los poderes públicos en Albion pasan absolutamente de las necesidades lúdicas del personal. La única actuación decidida de la administración durante los carnavales fue la violencia (y eficiencia) con la que Scotland Yard despejó Notting Hill exactamente un minuto después del cierre oficial de la fiesta.

En próximas entregas se hablará del miedo, el riesgo y las rémoras pequeño-burguesas heredadas del franquismo, así como recordaremos la excursión a Muswell Hill o cómo alguien puede pasar 8 horas caminando por ahorrarse el dinero del metro (gracias Daniel).

lunes, 6 de julio de 2009

El Mejor Poeta Vivo de España


Sí, el mismo que nos invita a seguir bebiendo con su calculado gesto de bienvenida. Digo vivo porque yo, la verdad, no me encuentro muy bien ultimamente.

Sintaxis perfecta (por andaluza) y lirismo recien levantado de la siesta. Por cierto, es mi hermano.

LAS IDEAS QUE RELLENAN UNA ALMOHADA

La máquina al otro lado de la pista será contestada mientras no resuene la osteopatía de once años saliendo.
Tu generación dulce contra mi generación salada (sí, sí, en el sentido más andaluz), las salsas de colores pastel contra el sofrito de colores primarios, tu capítulo amor contra mi amor por capítulos, arte y cultura contra emoción y desengaño, realización personal contra el orgullo pobre del asfalto bien lisito. Es entonces cuando empiezan a flaquear las fuerzas, y la máquina cruelmente acelera su actividad expulsando expresiones imposibles de alcanzar: de la sofisticación a la afectación hay un paso de puntillas, mis golpes de humor suenan como sacos terreros que tiro al suelo, seis años de diferencia que son mucho más que eso, los años que decantan la vida. El espacio es conocer y el tiempo es reconocer, revivir es el tiempo, el espacio se vive y el tiempo sólo se vive la segunda vez.
Te he arrinconado lo más lejos que me ha permitido mi disciplina natural: en la otra punta de Europa.

jueves, 2 de julio de 2009

El Eterno Retorno (de los libros que rozaron el sobrepeso en el aeropuerto)


Jóvenes Todos /as (esta va por Aido)

A la espera de disponer de algo más de tiempo con el que poder pergeñar unas líneas entre lo poético y lo turístico sobre Londres o Londrés con acento en la é (autoreferencia), os dejo una lista (amada costumbre del siempre llorado Scott Fitzgerald) de los libros que compré en la capital del sandwich y la fruta cortada y envasada. Un consejo, si comeis mango ponedle unas gotas de lima.

1. Burgess (Roger Lewis) > Antibiografía de Anthony Burgess
2. The Real Life of Anthony Burgess (Andrew Biswell) > Biografía sobre Burgess escrita para dejar en mal lugar a la de arriba
3. Conversations with Anthony Burgess > Pues eso, una colección de entrevistas al genio mancuniense. Me lo he leido ya y mola.
4. A Clockwork Orange (A. Burgess) > Estaba muy barato, y aunque ya lo leí traducido allá en el año de la tana siempre vale la pena darle un repasillo. Es mucho mejor que la película (de hecho en la peli se comen el capítulo 21, el último que cambia por completo la moraleja de la historia)
5. M/F (A. Burgess) > Ya, ya, estareis diciendo que se me va la olla, pero esta novela-homenaje al estructuralismo, Levi-Strauss y unas cuantas cosas más no está traducida al español (es mejor traducir a mierdas suecas)
6. The Devil´s Mode (A. Burgess) > Esto es una colección de relatos cortos de Burgess donde, entre otras cosas, le da por hacer coincidir a Shakespeare y Cervantes en una taberna y tomarse algo juntos mientras hablan de literatura.
7. A Malayan Trilogy (A. Burgess) > Este lo he comprado porque Íñigo lo tiene y me daba envidia. Imprescindible el segundo volumen: The Enemy in the Blankett
8. The Doctor is Sick (A. Burgess) > Uno de los libros preferidos de de los Viana. Nunca olvidaré aquello de: perezosa Londres, a esta hora las ciudades de oriente bullen de actividad...
9. Fathers & Sons (Alex Waugh) > El repaso que Alex Waugh (hijo de Auberon y nieto de Evelyn) hace de esta familia de literatos borrachos y católicos.
10. Sword of Honour (Evelyn Waugh) > La trilogía en un solo volumen (mientras el sagrario siga encendido..bla, bla, bla...) Genial.
11. Path of Dalliance (Auberon Waugh) > Por dos cosas: por ser hijo de quien es y por leer el elogio fúnebre de Burgess.
12. To the war with Waugh (John St John) > O lo que e slo mismo: qué hay de real en Sword of Honour?
13. T.S. Eliot (Peter Ackroyd) > Biografía del poeta menos bohemio de la historia. Nos preguntamos si se hablará de los problemas menstruales de la pobre Viv.
14. Godard by Godard (J.L. Godard) > Como todo libro imprescindible este es inencontrable en España (demasiado ocupados con los hermanos Cohen y toda esa mierda). Versión resumida por desgracia.
15. Conversations with Godard > Alguien dijo que Godard valía más por lo que decía que por lo que rodaba. Como diría Larkin. el casi aforismo es casi cierto.
16. Larkin (Andrew Motion) > Aquí es cuando lloro de emoción. Andrew Motion, uno de los últimos poetas laureados glosa la vida de Philip Larkin, el gran genio poético inglés del S.XX. Un libro nunca demasiado gordo (y este lo es)
17. Trains and Buttered Toast (John Betjeman) > Genial libro, bellísima edición. John Betjeman, el más querido de los poetas ingleses, amigo de Larkin, famoso gracias a sus colaboraciones radiofónicas, de las cuales las más memorables son recogidas en este libro. Otra joya que nunca se editará en España, demasiado ocupados en darle sitio al petardeo escandinavo.
1o. Pink Floyd > Uno de esos libros sobre bandas de rock y sus correspondientes cabreos. Era muy barato.

Me da la imprssión de que olvido alguno que otro. Comentar que la Mona se compró una biografía de Los Beatles, un adorable libro de Dickens "Sketches of Young Gentlemen", y una biografía del genial John Cleese "Cleese Encounters". También aquí tengo la quasicerteza de olvidar algo.

Pues eso es todo de momento.