jueves, 27 de mayo de 2010

Vincent, François, Paul et...Nosotros (Amigos)


Abundan las películas sobre antiguos grupos de amigos que se reencuentran en la madurez. Desde la seminal The Big Chill (con Jeff Goldblum haciendo de Jeff Goldblum y William Hurt haciendo magnificamente de William Hurt) pasando por Los Amigos de Peter (película que no debiera gustarme y que sin embargo me encanta) hasta llegar a la extremadamente sobrevalorada Beautiful Girls (la escena de Cathy O´Donell en el supermercado es uno de los mejores purgantes que recuerdo).

Existen, además, otras películas que analizan el grupo de amigos en su madurez sin la necesidad de una separación durante años pero con la idea de crisis existencial como única premisa. Sería el caso de aquellas prototípicas películas italianas que Nanni Moretti en Caro Diario señala sin piedad. Aquellas en las que siempre hay un personaje que dice: "pero qué fue de nosotros? Qué ha sido de nuestros sueños?" En estos casos se recomienda no aplicar lo visto a la propia vida. El riesgo de aburrir a la mujer-novia por la noche, en la cama, con reflexiones parecidas es sorprendéntemente alto.

Entre medias existe alguna que otra película como Vincent, François, Paul et les autres en la que podemos realmente vernos retratados todos aquellos que ya no somos jóvenes desde hace unos años. Es cierto que el espectro de edad en el film está algo por encima del que yo soporto, pero la calidad de los conflictos mostrados y la calidad a la hora de mostrarlos los hacen facilmente identificables para cualquiera que vea en una buena comida y una buena siesta un ideal insuperable. Un grupo de amigos heterogeneo, formado por el habitual núcleo, por aquellos que se conocen desde pequeños, por esos otros que se han ido añadiendo, por mujeres, novias, maridos, consortes varios, por los niños pequeños que nunca faltan, con esas mujeres que de repente desaparecen para pasear absurdamente abrigadas (de repente me ha entrado frío) y esos hombres que se dedican al bricolaje, jugar mal al fútbol o a la conversación política. Los afectos que nunca desaparecen. La mujer del amigo que se desea en secreto, la mujer del amigo que odia a su marido, al amigo, pero no a ese otro amigo al que en realidad todos odian haciéndose ella también odiosa. Los fines de semana en el campo. Quedar para tomar un café y no tener mucho que decirse. Tener tanto de qué hablar que lamentar tener que volver a casa, no como en aquellos tiempos donde los pijamas doblados le esperaban a uno. Claude Sautet hizo una película así.

Los grupos de amigos son politicamente sospechosos. Como la música. Hay algo falso, impostado, en esa alegría del encuentro, el reencuentro, los abrazos, los besos, las preguntas de rigor. Los grupos de amigos son a los amigos lo que los hipermercados a tiendas de delicatessen. Una forma como otras de pasar el rato. Los amigos son aquello que nunca se agota y los grupos de amigos el agotamiento en sí. Sería necesario hacer como en los colegios de curas cuando prohibían en el recreo grupos mayores de 4 chavales.

La acumulación es un concepto que manejé durante años. Evitar la soledad a través de la acumulación de amigos. Ahora sé que me equivoqué. Quizá envidiaba a todos aquellos sevillanos míticos de mi infancia que no podían cruzar la ciudad sin dejar de saludar a derecha e izquierda. Alguno de ellos era capaz de irse a sitios como Londres o París y seguir saludando. Amigos, conocidos y saludados, decía Josep Pla. Amigos, amigos y amigos, me repetía como una letanía al salir a las calles y desear el éxito social que otro tiempo más duro me había denegado. Está claro que al buscar la acumulación no tuve en cuenta el concepto de grupo, las tensiones grupales y las intrigas implícitas. Alguna vez fui víctima de dichas intrigas. Y duele.

Seamos pues honestos con nuestro destino de soledad y recogimiento y recojamos de los amigos la primera lección: están para las ocasiones. La segunda: los hay buenos y no los hay. La tercera: huyen del reproche por no querer ser reprochados. La cuarta: se ven generalmente poco pero se quieren mucho. La quinta: si se ven mucho van a comprar libros o se autoinvitan a comer. La sexta: son capaces de prestar unos zapatos aunque hayan de volver descalzos a casa. La séptima: a veces intentan coger en brazos al otro y se caen de rodillas. La octava: pueden no ser del mismo equipo de fútbol, por eso evitan caer en la discusión de qué equipo es el mejor. La novena: siempre están contando las mismas historias de cuando eran jovenzuelos algo que divierte sobremanera a las consortes. Y la décima: sabemos quiénes son.

Lost(iamos) al guionista?


El genial Bioy Casares no siempre fue tan genial. Siendo aún muy joven publicó algunos libros de escaso éxito comercial y crítico vapuleo. "17 disparos contra lo porvenir", "Caos" o "La Nueva Tormenta o La Vida Múltiple de Juan Ruteno" en los que combinaba el género fantástico con el surrealismo o el absurdo. Un día Bioy le preguntó a su buen amigo Borges qué le parecían sus libros. Borges quiso esconderse (es normal, nunca hay que hacer esa pregunta a un amigo) y antes que poner a parir los libritos mencionados decidió darle un consejo: a la hora de resolver un relato fantástico es preciso huir de soluciones sobrenaturales, y optar siempre por finales razonados. La imaginación razonada que diría Poe.

Lost terminó. El último capítulo fue emitido el pasado domingo y ayer tuve la suerte de verlo. Millones de frikies de todo el mundo expresaron su descontento, y solo algunos aún más frikies confesaron que les había gustado el famoso cachivache. Comencé a verlo con ánimo positivo, con la idea de que el camino, el viaje, son más importantes que el destino al que llegamos (muy de Kavafis, ya). Todos nos habíamos dejado engañar durante 6 temporadas a base de tramas trampa por lo que no debíamos extrañarnos de asistir a un final igual de tramposo. Sin embargo, mi sorpresa fue mayor: no se trata de un final tramposo sino de un final ridículo. Ni siquiera se ha hecho el esfuerzo por dotar de un componente lógico a todas las derivaciones argumentales de la serie. Ni siquiera los guionistas han huido de las soluciones que algunos ya ofrecían. Se han limitado a decir: lacrimogenidad y todos-están-muertos. Para qué más?

La facundia audiovisual del peor Hollywood (primeros planos de gente riendo a la vez que llora con música sinfónica de peli de Robin Williams) para dejarnos con una resolución absolutamente sobrenatural. Como los niños que deciden el final de un juego a su antojo porque ellos mismos improvisan las reglas. Un ejercicio de pereza por un lado y de pobreza intelectual por otro (aunque de esto último la serie ya iba sobrada). Hasta algunos de los detalles finales, como el modo en el que los personajes se reconocen fuera de la isla, están copiados (ver Les Visiteurs, folletín ochentero de anticipación con Flotats haciendo de extraterrestre enamoradizo).

En definitiva, un final que hace bueno al de La Pandilla Plumilla con Kenny cantando en el concierto que le monta el hortera de Colin (genial). Mi único consuleo es que la mayoría de los actores están tan encasillados que será difícil volverlos a ver.

P.D. Esta noche se emite en los USA el último capítulo de Flashforward (la cadena ha decidido no renovarla para más temporadas). Tengo clarísimo quién es el malo (el Presidente de los EEUU) y quién es el mal actor (Fiennes).

viernes, 14 de mayo de 2010

Miscelánea Sevillana: El Final del Tirano y Degradación de la Memoria



1.Se acerca su final y lo celebramos como hombres de bien. El gran usurpador, el tirano de la calle Jabugo, ese engendro formado a golpes de incultura, resentimiento e ineptitud parece encontrar al fin su único destino: la carcel. Un gran día para todos los Béticos. Mientras, ese falangista de medio pelo (y de mucho pelo hablo) llamado Castaño intenta azuzar el más rancio discurso de clases para salvar a un analfabeto sin escrúpulos, los mismos que él tiene para seguir defendiendo su penosa gestión al frente de la cantera (sin agua caliente en las duchas, sin luz, sin campos suficientes, dejando escapar los mejores jugadores...). Que se pudran, y que se pudran en la carcel. Ni olvido ni perdón.

2. De tierra prometida para emergentes clases medias a barrio marginal. Una ciudad que jugaba a imitar otros lugares y otras sensibilidades. La crisis de aquellos mediados 70 y su consecuencia heroinómana acabó por provocar el repliegue de los mejores soldados al interior de la muralla (sana decisión). Desde entonces la degradación de un barrio que acaba por aparecer en esos programas de reporteros en busca de señoras en bata y pantuflas por las calles. En realidad fue bastante ingenuo pensar que podría reproducirse el auténtico espíritu de Sevilla bajo torres de 14 pisos y junto a absurdas extensiones de albero. Por el momento no podemos hacer mucho más. A lo sumo reforzar las murallas para estos tiempos difíciles que están por llegar.

lunes, 10 de mayo de 2010

Flashforward


Aparte de comer ali-oli (aquí en Cataluña lo ponen para todo) mi principal actividad este fin de semana ha sido tragarme los 10 primeros episodios de la serie de TV Flashforward. Para aquellos que no sepan de qué va el asunto, decirles que la premisa es la siguiente: toda la humanidad sufre un desvanecimiento simultáneo de 2 minutos y 17 segundos. Durante dicho desvanecimiento cada persona tiene un flashforward (imagen del futuro) de lo que acaécera 6 meses más tarde a una determinada hora.

Ya os podeis imaginar qué es lo que viene después. Los flashforwards resultan en la mayor parte de los casos desconcertantes e increibles, pero según avanzan los días la realidad parece amoldarse (aún contra los deseos de los propios protagonistas) a ese destino aparentemente ya fijado.

Tres reflexiones.

1. La cada vez más evidente necesidad que el público tiene de romper con sus presuntamente adoradas rutinas. Vivimos en el tiempo de mayor paz y prosperidad conocido y esto nos hace curiosamente infelices. Sin guerras abiertas, sin auténticos conflictos de clase, sin nada por lo que luchar que no sea nuestro propio confort, nos lanzamos a consumir productos que venden una idea básica: tu vida cambiará aunque sea a costa de terribles catástrofes y situaciones límites (o quizá por ello mismo). Como ya dije hace un tiempo añoramos esa guerra que nunca tuvimos.

2. De sufrir un flashforward como el de la serie (22.00 h) no tengo la menor duda de qué vería: 2 minutos y 17 segundos de mi mismo delante de la pantalla del ordenador con la cara de aburrimiento y hartazgo que pongo cada noche y tecleando el alt+tabulador de vez en cuando. Cada uno tiene el futuro que se merece.

3. Las grandes decisiones de mi vida han venido provocadas por sueños. Extraños sueños premonitorios en los que me veía en situaciones que creía vedadas para mi. Como si al visualizarme haciendo algo determinado supiera que ese algo era posible. Los sueños como una señal de nuestro poder sobre nosotros mismos, escribí en un poema. Algo así como el sentido propiciatorio de las pinturas de caza en el arte rupestre: me veo haciéndolo - puedo hacerlo. Realmente esta es una idea que me parece mucho más interesante que la de un destino ya fijado. Son, en definitiva, dos conceptos contrapuestos, hostiles entre sí, y de cuyo peso en nuestras vidas depende eso precisamente: el camino que nuestras vidas puedan seguir.

Sirva todo esto, pues, para justificar un fin de semana tirado y una entrada menor en un blog con cada vez menos lectores.

PD. Para Serranito, comentar que Richard Gere salía en Oficial y Caballero, película que recuerdo provocó uno de esos momentos inolvidables por embarazosos en el pequeño hogar de los Viana debido a la escena subida de tono que inicia el film, justo después de que mi padre dijera algo así como: "me han comentado que es una muy buena película, hemos (sí, hemos) de verla". Lo demás es conocido, todos mirando a la nada hasta que mi padre suelta como quien no quiere la cosa: "parece un poco aburrida (5 minutos de peli), a ver qué echan en la segunda". Officers & Gentlemen (en realidad la trilogía completa, Sword Of Honour) tiene una versión para TV protagonizada por Daniel Craig que intentaré descargar de internet si: 1. Aprendo a hacerlo 2. Encuentro la serie 3. Me acuerdo de hacerlo

viernes, 7 de mayo de 2010

Officers & Gentlemen


Officers & Gentlemen es la segunda parte de la excelsa trilogía que Evelyn Waugh dedicó a la 2ª Guerra Mundial: Sword of Honour. Esa posición intermedia podría hacer pensar al lector no avisado de que se encuentra frente a un libro bisagra, algo así como El Imperio Contraataca pero sin Chewbacca. Sin embargo, Officers & Gentlemen destierra el sambenito de los libros intermedios y se nos presenta como el más poderoso y brillante de la trilogía. Por lo visto Waugh llegó a pensar en terminar la saga con este segundo volumen. Solo la convicción de que el mensaje que pretendía transmitir requería un último libro (un mensaje que consistía en denunciar la derrota moral que supuso la alianza con Stalin y la falta de esperanza en una paz que significaba la rendición de media Europa al terror rojo) le hizo finalizar el proyecto con Unconditional Surrender, seguramente la menos interesante de las tres novelas.

En Officers & Gentlemen asistimos a la rehabilitación de Guy Crouchback tras su incidente en África, su alistamiento en los Comandos (fuerzas especiales), su llegada a Egipto y el final en la Batalla de Creta. No me extenderé en los detalles de la trama para no reventar la lectura a todos aquellos que finalmente tienen la oportunidad de hacerlo...y en español. Sí, porque Cátedra, bastante tiempo después de que lo hiciera con Hombres en Armas, publica ahora Oficiales y Caballeros en edición de Carlos Villar Flor (también responsable de la traducción). Para todos los que hemos tenido que superar nuestro rudimentario dominio del inglés con el único objeto de leer estos libros, esta noticia suena a revancha histórica, más aún sabiendo que Carlos Villar Flor traduce y anota con brillantez. Tan valioso como el propio libro es el prólogo en el que se nos descubre buena parte de las claves del mismo, la relación de la ficción con la realidad vivida con Waugh así como las reacciones que la crítica ha sostenido con la obra a lo largo de los años. Un avance respecto a algunas obras de Waugh publicadas con anterioridad (pienso, por ejemplo, en la horrorosa traducción de Noticia Bomba de Antonio Mauri para Anagrama, llena de catalanismos y sinsentidos).

Oficiales y Caballeros es probablemente el ejemplo perfecto de la perfecta síntesis Waughiana (si se me permite el neologismo): comicidad aplastante + bendito conservadurismo + resignada mirada a lo real + esperanza en la consecución de la gracia divina. Sí, ya sé que suena fatal pero el efecto que elementos aparentemente dispersos produce en el lector es apabullante. Como apabullante es el virtuoso dominio del diálogo, omnipresente en todo el libro y que nos puede llevar a decir que a más diálogo mejor Waugh.

Quienes hemos leído a Waugh desde Decline and Fall hasta The Ordeal of Gilbert Pinfold observamos que los libros de Waugh, la evolución de los libros de Waugh, señalan a su vez la evolución personal del propio Evelyn de un modo que podría parecer impropio de un autor (en apariencia) poco confesional. Sus primeras novelas cercana al humor absurdo de los Hermanos Marx no son más que un trasunto deformado de la vida de aquellos Bright Young People, jóvenes alegres y brillantes que poco a poco irán conociendo las tristezas de la vida adulta (A Handful of Dust) hasta encontrarse de golpe con la que será la mayor experiencia de sus vidas, la guerra (Sword of Honour). Un tiempo en el que rememorarán con ánimo melancólico la juventud perdida (Return to Brideshead) antes de dedicarse al sano y terrible ejercicio de envejecer, emborracharse, perder definitivamente el juicio y convertirse en viejos amargados, desconfiados y excentricos (The Ordeal of Gilbert Pinfold). Ese es el camino de casi todos, claro.

Oficiales y Caballeros, Evelyn Waugh. Ed. Cátedra (Letras Universales). Traducción y Prologo de Carlos Villar Flor.