jueves, 5 de febrero de 2009

Fitzgerald vs Buñuel - Encuentro Amistoso

Entre las ideas que germinaron del ya mítico encierro en el cuarto de Daniel (y que se extendió por toda la década de los 90 y parte de la 00), una de ellas siempre ha destacado por el carácter comercial de su título: Fitzgerald vs Buñuel - Encuentro Amistoso. Claro está, tras el título no viene nada. Durante un tiempo, y mientras mi hermano aporreaba su plexo solar con rítmica gracia, jugamos con la posibilidad de una obra en tres actos. En el primero, un grupo de amigos (los de siempre) se reunen a cenar en casa de dos hermanos (nosotros) junto a otros compañeros de facultad, allegados y demás personas encantadoras u odiosas. A lo largo de la cena y en tono de alta comedia (Noel Coward, los martinis y toda esa cosa) se irán evidenciando los enconos, las frustraciones, los afectos y los rencores entre los asistentes. En el segundo acto, volvemos a asistir a la misma cena, pero el tono pasa de los martinis a los caciques, y lo que parecía una simple y elegante cena es más una reunión de amigos y dos hermanos borrachos que pretenden ridiculizar sin éxito a unas tipas y tipos esperpénticos pero con el arrojo y la maldad propia de ciertos pueblos del sur. El tercer acto es propio de un whodunit, y los dos hermanos (que a lo largo del acto se redimirán y volverán paulatinamente a su ser fitzgeraldiano) tendrán que resolver la muerte de uno de los anfibios del segundo acto. El final ha de ser lo suficiéntemente sorprendente para que el espectador diga eso de: vaya tontería de final.

Conclusión: no dejen a sus hijos demasiado tiempo sin salir a la calle.

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