viernes, 13 de febrero de 2009

Fin de las Noticias del Mundo


Esta es una historia que nadie se cree. Anthony Burgess, el celebérrimo autor de La Naranja Mecánica, está dando clases de literatura inglesa en un elitista colegio de Brunei. De repente sufre un colapso. Se tumba o cae en el suelo y mira a sus alumnos como si estuvieran muy, muy lejos de allí. Burgess acude a varios médicos que le aconsejan en diferentes modos: demasiado alcohol en climas tropicales llevan a un déficit en vitamina B que a su vez... Estreñimiento crónico que conduce a una mala... Todos coinciden en señalar que regresar a Inglaterra sería lo mejor (no deje de visitar a un neurólogo!). Este consejo final se lo da el último médico al que visita, y al que hace partícipe de dos nuevos síntomas: pérdida de apetito sexual y confusión olfativa: rosas que huelen a tinta.
El regreso a Inglaterra no es fácil. Lluvia, humedad, frío y sobre todo miedo. A los pocos días ingresa en la planta de neurología de un hospital londinense. Dos semanas de continuas y absurdas pruebas. Lynne, su mujer, le visitará más bien poco y borracha casi siempre. Finalmente llegará el día del diagnóstico. Tumor cerebral inoperable. No más de un año de vida.
Lo que para algunos podría suponer el final, para Burgess significa la fractura vital tantas veces añorada. Sin nada que perder, sin nada que mantener, su único camino es dedicar el tiempo restante a la literatura. A los 42 años y con la excusa de escribir suficientes libros como para asegurar la supervivencia económica de su esposa, se lanza a una vorágine grafómana que le permite escribir en un solo año 6 novelas.
Burgess esperará morirse, pero entre tanto será su mujer la que muera (demasiada ginebra), tendrá un hijo, se casará otra vez, hablará mal de los malteses, escribirá musicales, buscará palabras en el diccionario para terminar un libro, comprará casas en media Europa y se atreverá a cruzar en una misma novela un libreto de opereta sobre Trotsky, un culebrón sobre la vida familiar de Freud y un relato de ciencia ficción que juega con la idea de la Tierra chocando con un gigantesco asteroide (Fin de las noticias del mundo).

Se comenta que realmente nunca llegó a estar tan enfermo. Se dice también que no fue más que otro intento de publicitar unos libros demasiado poco trabajados. Yo pienso que realmente alguien murió entonces, y ese alguien fue John Wilson, el mismo que dio vida a Anthony Burgess. Se trató tan solo del paso de literato amateur y diletante a profesional de la escritura. En uno de sus libros el protagonista huye del hospital donde le someten a agotadores exámenes cerebrales. Es de madrugada y Londres está completamente desierto. Frio y silencio. Todos nosotros estuvimos allí.

2 comentarios:

  1. Y me gusta especialmente el final ese en el que habla de olor a grasa y a semáforos lejanos.

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  2. Que triste mundo en que la lucidez y verdad deben esconderse tras la locura y vulgaridad para así poder formar parte en nuestra realidad. ¿O tal vez seamos tan necios y banales como cualquier otro y lo que queremos es crearnos nuestra idea para poder sentirnos unicos e incomprendidos genios en el universo?

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