martes, 2 de febrero de 2010

INTRO


“Cuándo decidirás parar? En 1000, 2000 años? 2000 años para renunciar? El que te fabricó hizo un buen trabajo pero el que te cuida lo hace aún mejor. Sí, soy bueno”, dijo sonriendo, “soy muy bueno. Y tu tampoco estás mal. No, tu eres bueno. Bueno en un sentido amoral, claro. No estás de acuerdo? Quizá pienses que la excelencia desde un punto de vista técnico es también excelente en términos de moral. Podría ser, por qué no? Antes, hace siglos, se hablaba de la belleza como sinónimo de bondad. Lo bueno es bello, aunque al revés no siempre, verdad?”. Se paró mirando la instalación como esperando una respuesta. Pronto sería de noche y el único ruido, el de las máquinas, silenciaba el único silencio, el de los pinos. “Lo tuyo es perfección. Ese sentido acabado de una existencia que no cesa. Sin embargo, lo mío, en toda su fugacidad, en su necesario fin, es la imperfección pura, la falta de respuestas. Si digo que vosotros sois el futuro no miento. Ni siquiera me equivoco. Seréis mi futuro. La única proyección que de mi puede quedar en, digamos, 30 o 40 años. Os imagino funcionando ininterrumpidamente. Buscando caminos alternativos para cuando no haya manos que os ayuden. Sobreviviendo a los pinos, las marismas, las estrellas. Seréis los verdaderos pobladores de esta tierra. Los únicos pobladores de esta tierra. Y un día lejano también moriréis. Y entonces sí será el fin.”

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