miércoles, 3 de febrero de 2010

Burgess on Will


Otra vez mi adorado Anthony Burgess. Son varias las ocasiones en las que Burgess toma a Shakespeare como protagonista de sus escritos. Tenemos Nothing Like the Sun, la novela que compuso para el 400 aniversario de su nacimiento, que subtituló A Story of Shakespeare's Love Life y que como el propio autor reconoció escribió de manera precipitada para llegar a tiempo a la celebración. Sería este el germen de uno de sus proyectos más queridos y nunca realizado: el músical sobre la vida de Will, llamado en un principio The Bawdy Bard (algo así como el bardo cachondo) y posteriormente Will!, a la manera de una comadre londinense llamando al susodicho (lo más absurdo de todo era que William Conrad habría interpretado a Shakespeare, un Shakespeare algo gordo, claro).

No contento con toda esta dedicación shakesperiana, Burgess, en uno de sus escasos relatos breves, se atrevería a juntar nuestro Cervantes con su Will en el cuento A meeting in Valladolid , en el que una imaginaria delegación británica llega a España para una conferencia de paz trayendo consigo a la compañía teatral de Los Hombres del Rey, comandada por Burbage y Will (este último algo afectado del estómago se lleva vomitando todo el cuento). Entre otras cosas destacar el programa doble con selección de obras de Shakespeare y Lope de Vega que ofrecen a los prebostes de la conferencia.

Por último está la biografía de nuestro amigo el bardo que nuestro amigo el mancuniense escribió. Con cierto aire de apresuramiento (como todo lo escrito por Burgess) esta biografía acaba por hablar más de los demás que del propio Will (del que como todos sabemos no se sabe nada). Asi, entre memorables chascarrillos, las mejores páginas son las dedicadas a Greene, Marlowe, Ben Johnson, la Reina Isabel, el Earl of Essex, el Motín de la Polvora... De todos modos, si en algo acierta esta biografía es en dar una imagen de Shakespeare especialmente creible. El de una persona modesta y talentosa, entregada a su trabajo, nada aparatoso y nada puritano a la vez. Una persona normal. Así termina su libro Burgess:

No tiene por qué afligirnos no disponer de un retrato satisfactorio de Shakespeare. Para ver su cara nos basta con mirar a un espejo. Él es cualquiera de nosotros, personas corrientes y sufrientes, impulsadas por ambiciones modestas, preocupadas por el dinero, víctimas del deseo, demasiado mortales. En su espalda, como una joroba, llevaba sujeto un talento milagroso pero que no hace mucho al caso. es un talento que, más que cualquier otro que haya visto el mundo, nos reconcilia con nuestra condición de seres humanos, híbridos insatisfactorios, no lo bastante buenos para dioses pero tampoco para animales. Todos somos Will. Shakespeare es el nombre de uno de nuestros redentores.

1 comentario:

  1. Yo sé qué hay algo que te seduce en esto de convertirnos en Shakespereanos... y es la idea de que todos los especialistas en Shakespeare han estado y están como una puta cabra. Bueno, eso y que nos hermanaríamos (aunque fuese a distancia) con todo un club de ingleses borrachos y gordos que discuten a las seis de la tarde, completamente mamados, sobre si a William le gustaba el pastel de carne o si prefería el cocido madrileño. Así que a por ello!... si ya somos trapiellanos (trapilleiros), seamos willistas...
    Iñigo

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