jueves, 4 de noviembre de 2010

Pre-Raphaelites

Pero quiénes son estos Prerrafaelitas?


Isabella - un gran Millais. Atención a la patada que le da al perro

 Sabemos que unos jóvenes en Inglaterra, mediado el siglo XIX, formaron una hermandad pictórico-literaria (más pictórica que literaria en un principio y más literaria que pictórica al final) para reclamar un cambio en la pintura que se llevaba en la Inglaterra del momento. Le llamaron la Pre-Raphaelite Brotherhood y tenía carácter secreto. En un principio fueron tres: Dante Gabriel Rosetti, John Everett Millais y William Holman Hunt, pero pronto se les unieron muchos más. Abogaban por el regreso a la pintura del primer renacimiento, adoraban todo lo medieval, odiaban el barroco, odiaban a Rafael y la pintura que le siguió, odiaban los fondos indeterminados y las esquinas sin definir, odiaban la falta de naturalismo, creían en la precisión extrema, en la precisión a la hora de pintar cada elemento del cuadro, buscaban colores poderosos y vivos, como los de un códice medieval, eran partidarios de las perspectivas rudimentarias y de la exactitud en los detalles. Eran, por decirlo de algún modo, una primera vanguardia basada en lo deliberadamente arcaico.


Ophelia o como matar a la modelo de una pulmonía

Firmaron sus primeros cuadros con las iniciales P.R.B (Pre Raphaelite Brotherhood), cuyo significado se convirtió en un enigma (Dante Gabriel Rosetti decía que era un acrónimo de "Pennis Rather Better") y los inicios no fueron fáciles. Pocos apoyos tuvieron, pero alguno tan poderoso como el de John Ruskin, aquel crítico de arte, arquetipo victoriano, precursor (como los prerrafaelitas) del esteticismo de fin de siglo (Wilde, Pater) y creador del llamado estilo mandarín (el arte por el arte). Un señor que adoraba las rocas y los torrentes y se empeñaba en medir la grandeza de los pintores por su capacidad para pintarlas. Fue él el primero en acoger en su seno a los prerrafaelitas, y en concreto a Millais, el más dotado del grupo, por desgracia la jugada le salió mal y no solo Millais acabó cambiando de patrón estético sino que le robó la mujer, la bella Effie Ruskin. Para mayor escarnio, y ante la ausencia de divorcio en la época, Effie acusó a Ruskin de no haber consumado el matrimonio (6 años desde la boda), lo que quedó demostrado ante el tribunal a pesar de los intentos de Ruskin de mostrar en vivo y en directo que no era impotente. Quizá fue aquel arrebato romántico de Millais el que acabó por frustrar una carrera prometedora. 10 o 12 hijos después acabó pintando esos niños con mofletillos que las madres compraban para adornar los cuartos de sus criaturas, algo bastante alejado de los magníficos Isabella (sobre un poema de Keats) o el famoso Ophelia (sobre Shakespeare) y donde estuvo a punto de matar a la bella Elizabeth Siddall, musa del grupo y pasión de Rosetti, al hacerla posar metida en una bañera en pleno invierno. Las estufas que calentaban el agua se estropearon y Lizzie, obediente, no dijo nada. La neumonía que cogió acabó por lastrar su salud por el resto de sus cortos y drogados días (volveremos sobre ella más tarde).

Apate de Millais, el otro pintor-pintor del grupo era Holman Hunt, un self made man con querencia por pintar ovejas (veanse The Hireling Shepherd o Our English Coasts, precursor del cartel turístico). Obsesionado por las trascendencia moral de la pintura y con un extraño sentido de la religiosidad, decidió que no podía pintar sobre la palabra y obra de Jesucristo sin conocer de primera mano los escenarios por los que se movió (esa manía con el detalle naturalista), lo que acabó llevándole a Palestina y a perpetrar (en su estilo ovino-caprino) uno de los más horrorosos cuadros que se recuerdan (parece que la experiencia en tierra santa no le valió de mucho): The Scapegoat. Señalar que la pintada fue la segunda cabra ya que la primera se murió y (según testigos) se la comió.

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Our English Coasts - Delirio Inglés de Holman Hunt
The Scapegoat - Delirio Palestino de Holman Hunt
La trinidad de hermanos fundadores prerrafaelitas se completa con el más famoso de todos ellos, el ideólogo, más poeta que pintor y absoluto animal freak de la época: Dante Gabriel Rosetti. Su atrayente nombre le viene de su padre, un refugiado italiano que acabó dando clases de italiano en Oxford, y de su padre también parece venirle el gusto por la Cosa Nostra, por el carácter de hermandad, sociedad secreta y familiar (sus hermanos fueron admitidos como miembros poco después). No destacaba Rosetti por su excelencia pictórica, pero quizá sea él quien con más determinación defendió el ideal prerrafaelita (aunque solo fuera, como dicen algunos, para buscar soluciones medievales a su falta de pericia). Lo que es seguro es que sus cuadros, con su deriva tardomedieval/prerrenacentista, su perspectiva hecha a base de bloques de imágenes superpuestos y sus exquisitos temas de amor y muerte (con Dante y Beatriz como mejores intérpretes) nos dicen casi todo lo que queremos saber sobre el prerrafaelitismo. Incluso un cuadro como Beata Beatrix, tan difuso en los fondos, respira la espiritualidad única de lo prerrafelita.



Atención al fuego en los pies de San Gabriel
nunca se dibujo algo peor. Por lo demás el cuadro
es excelente. Puro prerrafaelitismo
 
La historia de Rosetti, sus cuadros y sus poemas, está conectada sin duda a la de Elizabeth Siddall (la ya mencionada Lizzie), una tendera joven, bella, autodidacta (leyó su primer poema, algo de Tennyson o Keats, en un papel que envolvía un trozo de mantequilla y desde entonces no pudo dejar de pensar en algo llamado poesía) y descubierta por Deverell (otro de la Hermandad), quien comprando con su madre la vio en el mostrador y quedó impresionado por la belleza espiritual de Lizzie. Poco después paso a ser modelo de los principales pintores de la Hermandad, aunque pronto, Rosetti, imponiendo sus galones la hizo su única musa, amante y permanente prometida. Se convirtió también en su maestro, y le enseñó pintura, literatura, y todo lo que nunca había podido saber envolviendo manteca y vendiendo bacon. Sin embargo, pronto las cosas se fueron torciendo. Ella abortó, el no se casó, ella se volvió adicta al laúdano el ya lo era al cloral, ella cayó gravemente enferma, el veía que su familia no la aceptaba (ni siquiera la hermana poeta Christina Rosetti, cruce entre Emily Dickinson y Emily Bronte y autora de poemas navideños tan conocidos en UK como In the Bleak Midwinter), ella cayó en una depresión, el se desenamoró.

Finalmente, Elizabeth Siddall acabaría sucidándose con una sobredosis de laúdano. Poco antes se habían casado al fin Rosetti y ella (estaba tan enferma que tuvo que ser llevada en volandas al altar). Quizá cargado con la culpa o realmente devastado, Rosetti enterró junto a Lizzie la única copia de todos sus poemas (los cubrió con los largos cabellos de su amada). Sin embargo, 9 años después, tras un bloqueo pictórico, y consciente de que su carrera era la poesía, consiguió permiso para exhumar el cuerpo de Elizabeth Siddall y recuperar el cartapacio con sus poemas. Lo hizo un amigo (para eso está los amigos, claro) que comentó el sorprendente buen estado de Lizzie (Beata Beatrix!) y como su pelo había crecido tanto que no había modo de encontrar los poemas. Así pues llegaron a manos de Rosetti, llenos de pelos de su amada.

La Bella Siddell - Beata Beatrix

El absuso del alcohol y del cloral acabó con la vida de Dante Gabriel Rosetti, años después, decepcionado por el poco éxito de sus poemas y el lento olvido al que parecían ir destinados los prerrafaelitas. Y será, no obstante, este movimiento pictórico el que a través de seguidores o interpretes de las ideas originales preanunciará nuevas aventuras estéticas como el Art Nouveau, o a través de la confrontación de los principios básicos del mismo permitirá la afirmación de las vanguardias más abstractas y más alejadas del esteticismo victoriano. De todos modos, y al igual que algunos pensamos que en el fútbol lo más interesante no pasa en el terreno de juego, la pintura, los libros, el arte en suma, no son nada sin la gente y las vidas de la gente que los hacen posible.

3 comentarios:

  1. Qué bonito colofón, tienes más razón que un santo, por eso los seguidores de tu blog, queremos más chascarrillos de tu vida privada (NOOOOOOOO). Yo, personalmente, con la cabra del Hunt no puedo, creo que incluso la supera estéticamente el fauno haciendo de cabra que baila con el organillo. No me gustan nada los listillos estos,vaya forma de pintar (aunque he de admitir que Ofelia siempre me ha gustado), cualquiera que odie a Rafael Sanzio es un degenerado. De todas formas, qué bonitos los libricos que compramos en Wien. Una entrada muy bien puesta, sí señor

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  2. Sabes? Pienso en ti como la modelo ideal para los prerrafaelitas. Antes de saber de ellos sabía ya que tu belleza venía de un lugar y un tiempo previo al barroco, algún lugar cercano a perspectivas primitivas y espiritualidades claramente definidas.

    Los libros de Viena, aquella mañana en el jardín del Belvedere, mi mal cuerpo, y el cuadro de Frederic Leighton, Flaming June. Eso fue ser feliz.

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  3. Estamos que nos salimos. Este post y sus comentarios son un trote a caballo por las praderas del Oeste, sombrero de cowboy incluído (la última frontera!). No sé por qué me ha salido eso. En fin, que genial, envidia infinita y muy sana y Chapeau!.
    I.

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