martes, 20 de julio de 2010

Papa Hemingway


Hemingway era un señor que se parecía a mi padre cuando iba a pescar. En realidad mi padre era un hibrido entre Hemingway y Robert Shaw, el pescador de Tiburón, la peli de Spielberg. Hemingway era una fuerza de la naturaleza. Ostenta el record de Daiquiris tomados de una sentada (17), lo que serviría para tumbar al bebedor más avezado (y no pienso en mi mismo, ni en mi padre). Fue boxeador, deportista vario, aficionado a la pesca de altura, soldado, hombre de acción... Y hombre de letras.

Su prestigio literario, demasiado ligado a sus hazañas en la (a veces mal llamada) vida real, parece haberse venido abajo con los años. En sus novelas parece destacar demasiado esa absurda obsesión de entreguerras por el material del momento, por los grandes conflictos y las grandes decisiones, la guerra y sus consecuencias. Una generación que había participado con ilusión y acné en la Primera Guerra Mundial y que esperaba el momento de tomarse una revancha ante aquellos ideales sacrificados con la que acabó siendo la más idealista de las guerras: la Segunda. Quizá por todo ello no encontramos en sus novelas la ductilidad milagrosa que su escritura consigue en las distancias cortas, en los relatos breves. No podemos dejar de sentir cuando leemos al Hemingway autor de cuentos que nos encontramos ante un superdotado, un talento natural que resuelve de manera armónica y decidida cuanta dificultad pueda un escritor encontrar por el camino.

Resulta curioso que el primero en advertir la gigantesca proporción literaria de Hemingway fuera su amigo por entonces Fitzgerald. No dudó por un solo momento de la calidad de sus relatos y los recomendó a su editor de manera encarecida. Hemingway le pagó llamando loca desagradecida a su mujer Zelda (y realmente lo era), dudando de la virilidad de Fitzgerald (éste, obsesionado con el tema, llegó a enseñarle su miembro una noche para que le dijera si le parecía pequeño) y dándole una carpetazo a la carrera literaria de Scottie en Las Nieves del Kilimanjaro, donde de manera muy poco encubierta (y genial, las cosas como son) viene a decir que Fitzgerald desperdició su talento de un modo irrevocable.

Y es que la relación de Hemingway con el mundo se fue trocando con el devenir de los años en una relación Hemingway contra el mundo. John Dos Passos, otro grande (aunque no tanto), lo contaba en sus memorias. Una tarde, visitando a Hemingway en su casa de Florida, se sorprendió al encontrar un busto ciertamente cabezón del escritor americano en el recibidor. No pudo contener la risa al verlo y lo usó como sombrerero. Al llegar Hemingway y observar a Dos Passos riendo junto al busto mancillado, lo echó de casa, concluyendo así su amistad.

Fueron los últimos años de Hemingway no demasiado felices. A su megalomanía creciente se le iba añadiendo una paranoia delirante fruto del alcohol no vomitado durante tantos años. Todo ello, salpimentado por las dudas acerca de la perdida de fuerza de su creatividad, le llevaron a cierto aislamiento, a declaraciones absurdo-crípticas, a relacionarse solo con pescadores cubanos analfabetos o toreros ligones. Acabó recibiendo terapia a base de electroshocks, insuficiente remedio para alguien que había acumulado un arsenal de enfermedades mentales imposible de abordar.

Se acabó pegando un tiro, hecho que la primera edición de Hemingway (Adios a las Armas) que cayó en mis manos a los 13 años obviaba de manera muy delicada. Luego fue el turno de otra edición sin suicidio de sus mejores relatos cortos. Yo tenía 14 años y leía los libros que mi padre había comprado en los 70 en el tiempo en el que formó parte del Circulo de Lectores. Los libros de Hemingway de un sosias de Hemingway.

PD. la próxima semana hablamos de Tiburón.

2 comentarios:

  1. TIENES RAZÓN, NUEVA ENTRADA IMPRESCINDIBLE. sI SE REUNIERAN EN UN LIBRITO, SERÍA UN VOLUMEN DELICIOSO

    ResponderEliminar
  2. El parecido con padre es paranormal. Aunque no encuentro las fotos que mejor lo acreditarían, valga ésta (http://picasaweb.google.com/danipuntov/Hemingway?authkey=Gv1sRgCL6Zrsne_sqsrgE#5496411503435121938) y ésta otra (http://picasaweb.google.com/danipuntov/Hemingway?authkey=Gv1sRgCL6Zrsne_sqsrgE#5496411490204191474) como pruebas del escarceo del escritor por tierras pedrocheras en plena guerra civil.

    ResponderEliminar