miércoles, 5 de enero de 2011

Los Reyes Magos

Qué buen corazón tenía Carpanta
Como todos, recuerdo noches de Reyes sin poder dormir, esperando la mañana, mirando mi reloj Casio cada 15 minutos, gastando la pila de tanto darle al botón de la luz.

Recuerdo unos Reyes en los que había pedido unos clicks de Playmobil (que antes era Famobil, uno que es viejo) y lo único que encontre fue una carta escrita con la inconfundible letra de mi padre (siguiendo sus enseñanzas de profesor de Dibujo Técnico en la Universidad) y un bolígrafo Bic de aquellos que tenían 4 colores que también sabíamos el favorito de mi padre. La carta decía algo así como: Rafa, los Reyes han decidido dejarte tu regalo en el campo. Uno era pequeño pero no tan tonto como para preguntarse: 1. Por qué los Reyes hablaban de si mismos en 3ª persona? 2. El campo? Por qué se referían con tanta familiaridad a nuestra casa en el campo? O quizá hablaban del campo en general? Cuando llegamos al "campo" encontramos una bicicleta, y, era de esperar, se acabaron mis suspicacias de niño gafotas.

Mi hermano mayor siempre fue un niño obsesionado con los esfuerzos comunales y los regalos caros. Más de una vez nos convenció para unir nuestros poderes y solicitar un superregalo. Recuerdo que uno de los más esperados fue una maquinita de marcianos que hacía un ruido infernal cada vez que se iniciaba una partida. Imaginad un 6 de Enero a las 8 de la mañana, en la triste y gris Huelva de los primeros 80, que de repente un grupo de niños repelentes encienden un cacharro que hace TITITITIRRIIRORIIIIIIIIIII...TIRIRITIRITIRIROOOOORIIIIIIII!!!!!! a todo volumen. Y encima se repite el soniquete cada 5 minutos. Fue una forma de que mi hermano Javier iniciara una de sus habituales rutinas irritantes (especialmente para mi padre): hacer un ruido insufrible la mañana del 6 de Enero. Otra memorable en este sentido ocurrió muchos años después, ya con los huevos vestidos (que diría mi madre) cuando nos regalamos una espectacular cadena con potencia suficiente para montar una discoteca y mi hermano la montó y probó (serían las 7 de la mañana) sin éxito. Subía el volumen más y más y no oía nada, hasta que se percató de que había olvidado pulsar no sé qué botón. El bufido se escuchó hasta en Utrera.

Otras historias de Reyes son fiel reflejo del agotamiento al que llegan las familias con el paso de los años. Es el caso de mi padre y sus regalos a mi hermano Daniel en esa difícil época de los primeros picorcillos y las voces cambiantes. Por alguna extraña razón nuestro Pater pensaba que a Daniel le apasionaban los libros de viajes y paisajes (en realidad es a mi padre al que le gustan). Y eso fue lo que le regaló. El problema, sin embargo, no fue el género libresco sino el propio libro en sí: Capri, La Isla más LINDA del Mundo. Mi hermano no daba crédito a semejante mariconada. Daniel compuso su mejor sonrisa falsa y el libro quedó arrumbado junto al libro de esquelas (sí, esquelas) que yo recibi. Pero la historia no quedó ahí. Como se suele decir, la realidad supera  a la ficción y un año después llegaron los Reyes de nuevo. Nadie hubiera esperado un desenlace así, y menos mi hermano, acostumbrado a lo peor cuando de regalos paternos se trataba. Era un libro, eso parecía claro, pero qué libro? Conforme los trozos de papel de regalo caían al suelo caían también junto a ellos años de fe en la humanidad. Daniel elevó el libro y nos los mostró. Era Capri, La Isla más LINDA del Mundo. Sí, mi padre lo había conseguido.

Siempre preferí a Ibañez frente a Escobar, Mortadelo a Zipi y Zape. Sin embargo, he de reconocer que Escobar me hizo pasar algunos de los mejores ratos que pueda recordar. Me encantaba Carpanta. Me producía una doble sensación de angustia y placer verlo pasar hambre, suplicar a Protasio, y nunca conseguir nada. De todas las historias de Carpanta mi preferida es aquella en la que fiel a su condición de paria se ve obligado a dormir en la calle un 5 de Enero. Un chaval pasa a su lado por la tarde llorando. Se queja de que sus padres no le dejan pedir un tren eléctrico. El niño tiene un bocata al que no hace ni caso de triste que está y Carpanta, famélico, le pregunta si se lo va a comer. El niño dice que no tiene hambre y se lo da. Llega la noche y Carpanta se refugia en una tubería, aterido de frío. Apenas puede dar una cabezada cuando oye ruidos. Se asoma al exterior y ve a...los Reyes Magos. Hombre Carpanta, qué tal, le dicen, por qué no nos echas una mano? Carpanta es tan buen tipo que pasa toda la noche entregando regalos en las casa. Le suceden todo tipo de historias en sus repartos, hasta que llega la mañana. Los Reyes entonces le preguntan qué quiere él. Les ha ayudado mucho y quieren darle un buen regalo. Una fabada? Un jamón? Una paella? Carpanta entonces, y para sorpresa de los Reyes Magos, dice: quiero un tren eléctrico. Los Reyes se quedan algo extrañados. Como quieras, dicen, aquí tienes tu tren. La úlima entrega de Carpanta esa noche sera un tren eléctrico en la casa del niño que le dió su bocadillo.

Feliz Noche de Reyes a todos.

5 comentarios:

  1. Me ha encantado.
    Soy un afortunado, tengo en mi casa uno de los ejemplares de Capri, la isla más bonita del mundo (además he conseguido hacer de la Apología de Sócrates una nueva Capri)
    Buen año, que dicen por aquí.
    Iñigo

    ResponderEliminar
  2. Absolutamente genial, divertida y tierna entradica.

    Marti, espero mi tercera copia con emoción. Muak

    ResponderEliminar
  3. Recuerdo que un día conocí a tu padre y me pareció un tío de lo más normal. Durante la conversación preguntó cosas coherentes y todos los comentarios eran fruto de la absoluta normalidad . De hecho, me pasé toda la conversación analízándolo de arriba a abajo, esperando ver algún atisbo de las increibles historias que Daniel y tú contaban. Pero era un tipo normal, que hablaba normalmente y mantenía una conversación normal.
    Después de conocer a tu familia (con excepción de Javier) he llegado a lo conclusión de que tu padre era "el único normal", y tal vez por eso nunca ha estado a la altura... ¡Dios me libre de ser normal!, que dijo alguién...

    ResponderEliminar
  4. Este año no he tenido regalos de Reyes ni de Cumpleaños. Eso si que es tragedia y no tus libros de Mario Benedetti.

    ResponderEliminar
  5. Anoche recibí el regalo de reyes.
    En Madrid, antes del partido de ida, todo eran palabras conmiserativas de apoyo. Nos perdonaban la vida como a la chacha de Médico de familia. Esta mañana los apoyos han sido más tibios, a regañadientes.El madridismo no admite comparaciones,se pica y yo me alegro.
    No somos comparsas, estamos ahí.
    Un saludo.

    ResponderEliminar