jueves, 12 de marzo de 2009

Distopías Celestes


Al hablar de antiutopías o distopías siempre alguien levanta la mano y dice: Un Mundo Feliz..1984...Farenheit 451. Novelas en las que se construyen mundos alternativos y pavorosos de manera rigurosa y global. Sin embargo, al buscar en la Wikipedia el término Distopía aparece una lista inmensa de títulos que proponen mundos alternativos no ideales. Algunos son bien conocidos: La Naranja Mecánica de mi admirado Anthony Burgess (del que también añaden 1985, que no he leido y promete ser una gran frikada, y del que no incluyen The Wanting Seed, memorable novela distópica que mezcla ciclos de agustinismo y pelagianismo con algo de antropofagia y homofobia), Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, cuya vida paranoide estaba siempre por encima de sus libros (no olvideis leer Yo estoy vivo y vosotros estais muertos, la biografía escrita por Emmanuel Carrere), o Soy Leyenda de Richard Matheson que antes de inspirar a la peli con Will Smith dio lugar a otra mejor y más divertida con Charlton Heston algo talludito.

Entre todos los libros que se nombran uno me sorprende: La Trama Celeste. Fue escrito por el genial Adolfo Bioy Casares en los años 40, y no pasa de ser un relato, un cuento algo largo. Nunca pensé en La Trama celeste como relato distópico, y sin embargo lo es. Propone una serie de mundos alternativos, universos paralelos en los que nuestra existencia se acerca o se aleja del modelo normal por detalles que en apariencia podrían parecer absurdos (en uno de los mundos paralelos Cartago no es vencido totalmente y Gales no existe), y todo bajo el paraguas teórico de Louis Auguste Blanqui, un revolucionario francés del XIX que entre discurso, prisión y agitación comunista escribió un extraño libro llamado La eternidad a través de los astros. Hipótesis astronómica (vaya título) donde expone sus ideas cósmicas. Y lo mejor de todo es que el conjunto sirve a Bioy para contar su ya famosa historia de parejas que no pueden encontrarse por torpeza del hombre (incapaz de darse cuenta de que hay una mujer que le quiere)usando el habitual tono de elegante choteo.

Adolfito (como le llamaba Borges) fue alguien eternamente dividido entre dos grandes pasiones: la literatura y las mujeres. Su padre fue Ministro, su madre lo consideró un perdido, se casó con una escritora 10 años mayor que él a la que engañó con dedicación y ternura (yo sé que me quiere porque siempre vuelve a mi, diría ella). Conoció un día a Borges y desde entonces pasaron toda su vida juntos (hasta que llegó la china). Los diarios de Bioy repien esta entrada cada día: ceno con Borges. Los dos escribieron libros que solo ellos comprenden (Silvina, la mujer de Bioy, llegó a odiar la manera en la que trabajaban cada noche: riendo como niños sádicos) y todos disfrutamos (las historias de Isidro Parodi). Finalmente Adolfito vio como todos morían a su alrededor: su mujer, su hija, su mejor amigo. De manera resignada y elegante aceptó lo que llegaba.

La Trama Celeste, En Memoria de Paulina (que dio lugar a una película absurda con Eusebio Poncela In Memoriam), Los Afanes o El Perjurio de la Nieve, entre otros, son, sin duda, los mejores cuentos de imaginación razonada escritos en español. El Sueño de los Héroes es la novela que releo una y otra vez cada cierto tiempo.

Decía Fernando Pessoa que no conocía mayor placer que pasar una tarde leyendo las historias de Sherlock Holmes (habano incluido). Pongamos a A.B.C. en lugar de A.C.D. y un Gin Tonic entre tanto humo.

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