jueves, 7 de mayo de 2009

HAMMETT


Nos hacemos viejos. Lo noto en los achaques de mi hígado, la famosa curva de la felicidad, esos dientes que se caen sin motivo aparente y (era de esperar) en el transito de unas estrellas literarias a otras. Una de mis primeras pasiones librescas fue Dashiell Hammett, el autor policiaco. En aquellos tiempos los clásicos de la novela policíaca aún gozaban de prestigio crítico-popular y era fácil encontrar coleccionables de Hammett, Chandler, McDonald o Ellroy en los suplementos dominicales. La cinefilia también interactuaba con el hard-boiled, y el mundo de gangsters, mujeres fatales y soplones, servía de iconografía bastante eficaz para despertar el interés de los adolescentes con gafas.

Hoy en día, sin embargo, todo aquello parece quedar demasiado lejos. Sumidos en un infinito proceso de derivación, el mundo parece preferir las absurdas (por suecas) alteraciones del modelo llegadas de Escandinavia. Todo el mundo sabe que lo único bueno que salió de Suecia fue Ingmar Bergman, y por eso mismo le hicieron la vida imposible hasta que se tuvo que ir del país o refugiarse en una isla (la referencia a las suecas queda para el blog de mi hermano). No son estos tiempos, pues, para el gusto por el genero clásico policial.

Hammett es más bien conocido por El Halcón Maltés, memorable libro que dio lugar a una película también memorable. Mientras estuvo vivo, fue El Hombre Delgado (divertido librito) y sus múltiples secuelas cinematográficas las que le dieron fama y dinero. Nunca fue un tipo demasiado feliz, quizá por eso se hizo comunista, un modo como otro cualquiera de superar crónicos problemas respiratorios y un gusto algo destructivo por el alcohol. Tuvo varias mujeres, pero sería la fea escritora Lilian Hellmann su más reconocida compañera.

De todos los libros escritos por Hammett, mis preferidos son aquellos protagonizados por el Agente de la Continental (the Continental Op). El Agente de la Continental (del que nunca sabremos su nombre) desmiente la tópica idea del detective conquistador, altanero y chulesco (Marlowe, por ejemplo) para darnos el retrato de alguien solitario, dedicado a su profesión, modesto, pero no por ello mojigato. Alguien que dedica su tiempo libre a jugar al poker y beber sin mucho entusiasmo y que encuentra su realización personal (si es que alguna vez se ha encargado de buscarla) resolviendo los casos que se le asignan en la agencia Continental. Su grandeza proviene no solo de su carácter supuestamente convencional sino de su altura moral, o dicho de otro modo, su particular código moral, que le llevará a auténticas renuncias personales por fidelidad a sus principios o a promover matanzas si el fin se adecua a los mismos. Hammett fue un entusiasta lector de Fitzgerald, y de El Gran Gatsby en concreto. Con él comparte la posibilidad de fundar una nueva moral, gestionada por cada uno de nosotros, basada en principios claros y amplios, a la vez que intransigente con las pequeñas fallas que determinan un carácter. Por decirlo de algún modo, Sam Spade mandando a la horca a Brigid O´Shaugnessy, la mujer a la que ama, por matar a su compañero (al que desprecia) en El Halcon Maltés, y Nick Carraway rompiendo con Jordan Baker en El Gran Gatsby por hacer trampa en el golf, son parte del mismo concepto.

A fines de los 70 Wim Wenders fue comisionado por Coppola para hacer una película sobre Hammett. La idea de Wenders era rodar 3 días en la vida de Hammett: soledad, escritura, alcohol. Para ello contaba con Sam Sheppard para el papel protagonista(hablaremos de él otro día). Coppola, incapaz de oficiar como productor a secas, no solo exigió a Frederic Forrest en el papel, sino que acabó rodando la película de nuevo, hasta convertirla en un pastiche sin interés ni coherencia.

Soledad, escritura y alcohol. Y enfermedad. Así fue la vida de Hammett.

1 comentario:

  1. ...Interesante.
    Como consecuencia de todo ello, mañana me planto en Jerez "que la Feria del Caballo llega en mayo como flor de primavera", como dijera Pascual González. A lo que también añadió:
    "Yo me emborracho esta noche para no echarte ni cuenta | para no echarte ni cuenta, y bailar mi borrachera por las casetas de feria".
    Sin medias tinta, vaya.
    (Pueden escuchar la sevillana completa en mis "Minutos Musicales")

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